Se investigan las ruinas del Monasterio de Salvador de Villeña en Pembes

El conservador de este lugar, Francisco Maria de Marcos Alonso, vecino de Cosgaya, más conocido en Liébana como «Paquín», inició una visita con un grupo de investigadores liderado por el historiador Angel Ocejo Herrero, con la idea de documentar el lugar, para futuras investigaciones arqueológicas. Después de una subida de más de hora por el monte, se localizaron el fundamento de la Iglesia, y un emplazamiento llano que pudo ser el de las casas de los frailes que vivieron alli. El lugar está situado en el cruce de dos riachuelos descendientes en un bosque de robles. El lugar ha cambiado mucho en estos últimos siglos. Se requiere un poco de imaginación para ver que en aquel rincón, que los deslizamientos y la vegetación hacen prácticamente irreconocible, vivió una comunidad cristiana, en lo que era el monasterio más importante de la zona de Camaleño en el siglo VIII hasta el siglo X, cuando se fusionó con el Monasterio de Santo Toribio.

Croquis de la Iglesia del Monasterio de San Salvador y San Juan de Villenia, Pembes, Liébana
La fecha de fundación del Monasterio de Vellenia (o Beleña, o Vallanio, o Velapnio) se ignora pero es mencionado con fuerte recurrencia en el Cartulario de Santo Toribio en sus cartas más antiguas del Siglo VIII. El cartulario de Santo Toribio de Liébana está constituido por las cartas de Vellenia en sus primeros siglos lo que debió servir de base a su elaboración. Una carta de 796 llamada «Carta de los términos de Beleña» indica nuevas adquisiciones de terrenos para agrandarlo. En 827, se unieron a él 40 religiosos de Aguas-Cálidas en la Hermida, abadía o monasterio no lejano al anterior (los dos son unidos por un sendero). Al entregarse estos 40 religiosos y religiosas al monasterio de Villlenia, cedieron también en favor de este santuario todos los bienes adquiridos por cada cual, ó heredados de familia; y establecieron la condición de que los expresados religiosos que quisieran entrar como monjes en Belenia, entrasen; y el que quisiera salir, saliese. Aparecen firmando la escritura toda una galería de personajes que nos revelan la onomastica de aquella época: Alvaro, abad, y los monjes y monjas Flaino, Letencio, Flavio, Petronio, Simpronio, Egila, Recexinda, Flaino, Pompeda, Persanta, Aurelia, Aldeleoba, Pesorbona, Quomando, Gomexinda, Teodoxinda, Palona, Perinona, Proaumio, Teodoxindo, presbítero; Florencio, Máximo, Juliano, Marino, Simplicio, Prodeoncio, Palumaria, Auria, Maxita, Premorina, Perboronta, Illoigia, Polonia, Domnola, Perantimio, Leocadia, Teodermundo, Ferencio y Lenxurio. En el 837, recibió propiedades del Monasterio de Santa Maria de Cosgaya. El Monasterio conoció su apogea en el siglo IX hasta que por algún motivo debió ser evacuado y fusionó o sirvió de base a la creación del Monasterio de San Martín de Turieno en el siglo X, momento en el cual las cartas de Vellenia serian las constitutivas del nuevo Cartulario de Santo Toribio de Liébana.

Parte de lo que puede ser el abside de la Iglesia del Monasterio de Villenia
Las indicaciones de Paquín para localizar las ruinas fueron decisivas, siendo una de las pocas personas en conocer su emplazamiento preciso. La recuperación del lugar pasa también por el estudio de la toponimia como por ejemplo «el prado de las yeguas» donde Paquin afirma que fue el lugar donde se ataban los caballos en tiempos de la actividad del Monasterio. Después de esta primera fase de localización GPS, toma de medidas y fotos y realización de un primer croquis, se establecerá un calendario de recuperación para realizar una investigación arqueológica con excavaciones.

Paquín y Angel Ocejo, preparando la expedición.