San Millán, una figura mítica de la cristianización de la Cantabria visigoda

Nacimiento de San Millán en Berceo en la Cantabria visigoda
La antigua Beronia, el territorio de los Berones situado en la actual La Rioja fue un gran cruce estratégico del valle del Ebro que precisamente dejaba de ser navegable en aquellas alturas, y que alli se cruzaba con importantes vías de comunicación. Así fue la boca de entrada para la cristianización en Cantabria con la instalación de algunos de los más importantes monasterios en los montes de de Oca, Oña o en el valle de Suso (San Millán de Cogolla), todos situados en los montes de la antigua Cantabria Visigoda. Aquel cuerno sur este del Ducado de Cantabria visigodo era el acceso a las antiguas vías romanas este/oeste, hacia el norte de los Wascones en la actual Navarra y hacia el sur en dirección a Zaragoza. En aquellas laderas montañosas del Ebro encontramos el actual Monasterio de San Millan de Yuso, que tiene su origen en las iglesias rupestres de Valderredible que llevan la huella de un gigante de la cristianización del norte de Hispania: Emiliano o San Millán, nativo de Berceo.
Formación eremítica de San Millán en Bilibio
A pocos kilometros de Berceo, sobre en el alto de los riscos de Bilibio —desde los que se dominan ambas vertientes de los Montes Obarenes— y por su difícil acceso, se levantó en época desconocida un castro fortificado. La primera referencia documentada a este lugar procede de la Vida de San Millán, redactada por San Braulio en el siglo V, donde se narra cómo el santo acudió en busca de San Felices para que fuese su maestro espiritual.
Esta mención encuentra respaldo en la lápida del antiguo sepulcro de San Millán, hallada en 1601, que había sido trasladada por el conde Sancho García a comienzos del siglo XI. En dicha inscripción se señala que, a la edad de veinte años, Millán se dirigió ad Castellum Bilibiensem para encontrar a su director espiritual. San Braulio describe a San Felices como un anacoreta que habitaba entre los riscos próximos al castillo, lo que sugiere que, en tiempos de San Millán, la fortaleza ya se encontraba en estado de abandono.

La importancia del culto a Millán en Valderredible hasta mediados del siglo VII es comprobada por la narración de Braulio de Zaragoza en su Vita sancti Emiliani y la descripcion que hizo del entorno natural de en su vida ermitaña que corresponde plenamente a las ermitas rupestres de Valderredible. Las dimensiones de los arcos en forma de herradura en las cuevas del núcleo confirman que funcionaban como iglesias en la misma época. A la luz de la evidencia textual y arquitectónica, es razonable especular que los seguidores de Millán empezaron a habitar las cuevas cantabras durante la última etapa de su vida, tras la diseminación de la fama del ermitaño, cuando otros ascetas, tanto hombres como mujeres, llegaron para venerarle y practicar su estilo de vida. Además, las mismas iglesias rupestres de Valderredible proporcionan evidencia de una comunidad de seguidores desde un extremo al otro del valle, en lugares separados pero a la vez unidos por el trayecto de una ruta de peregrinaje que seguía las calzadas romanas y el curso del río Ebro. La transformación de un núcleo de cuevas que ya eran templos en iglesias de estilo visigodo ocurrió cuando los seguidores del culto en el siglo VII tallaron los arcos de herradura para dividir los ábsides de las naves, tal como se estaba haciendo en la misma época en las iglesias visigodas de fábrica.

Todas las ermitas se encuentran hoy cerradas y desafortunadamente, no hay ningún interés por parte del obispado de darlo a conocer y de abrir las ermitas al público fuera de las escasas misas una vez al año.El encargado del centro nos ha dicho además que solo había 2 ermitas con llaves que se podían abrir en verano, pero que el Obispado se las ha quitado. Una pena que esta parte importantisima de la Historia de Cantabria caiga en el olvido por el discuido general a su Patrimonio Historico.
Peor: una de las ermitas de la ruta la Ermita rupestre de San Miguel, en Presillas de Bricia (Burgos), se sitúa fuera de los límites de Cantabria, por una pilleria administrativa de la region de Burgos a pesar de situarse las dos dentro del mismo contexto histórico y cultural que las otras ermitas rupestres cántabras. Lo que no ayuda a gestionar el conjunto y contribuye al olvido, a pesar de la fuerte inversion realizada en el Centro de Interpretación, al no poderse visitar las ermitas. En la Alta Edad Media, el territorio del Alto Ebro y Liébana formaba una unidad geográfica y espiritual vinculada al monacato eremítico y a la influencia de San Millán y sus discípulos sin las divisiones administrativas actuales. Por ello, su emplazamiento burgalés responde a fronteras posteriores, no a diferencias culturales o artísticas respecto al conjunto cántabro.
Milagro en la villa de Honorio en Parpalinas y misión de Pascua a Amaya antes de su destrucción por Leovigildo en 574.
En la extrema punta del Ducado de Cantabria, en Parpalinas, donde está el yacimiento del palacio visigodo del senador Honorio. Según la Vita Sancti Aemiliani, escrita por el obispo Braulio de Zaragoza a finales del siglo VII, San Millán efectuó ese viaje a Parpalinas a finales del Siglo VII para realizar un exorcismo en la casa de Honorio. Aquel ilustre senador cántabro es una prueba más de que Cantabria Visigoda incluía la Beronia. Honorio es una figura histórica acreditada que muere en Amaya durante la campaña del rey visigodo Leovigildo contra los cántabros. Emiliano fue en misión de Pascua a Amaya, capital del senado Cántabro, a avisar a Honorio del gran peligro que corrían los cántabros, seguramente porque tenía la información de que Leovigildo preparaba alguna ofensiva. No sirvio de nada, Amaya fue arrasada y Honorio fue aniquilado con mas senadores patricios cantabros, como Abundancio murió atravesado por la espada (Cap XXVI), o como Nepociano que San Millán habia salvado del demonio con su mujer Proseria (Vita S. Aemiliani Cap. XV). Ese mismo año fallece San Millán a una edad canonica de mas de 100 años.

Pero el libro de Kaplan explica una evolución del culto a San Millán, una de las primeras figuras cristianas en la Península Ibérica, y su legado en forma de peregrinaciones e iglesias rupestres. Presenta a San Millán como un personaje crucial cuyas huellas perduran en las culturas de Cantabria. San Millán comenzó a orar y vivir en una cueva eremítica, cerca de su lugar de nacimiento en el valle de Berceo, en Bilibio y termino su vida en Valderredible, dondevivió como monje solitario. Tras su muerte (hacia el año 574), sus discípulos levantaron un pequeño monasterio rupestre alrededor de la cueva, que con el tiempo se amplió Monasterio de San Millán de Suso. En el Siglo XI (a partir de 1053), el rey García Sánchez III de Navarra mandó construir para trasladar los restos de San Millán desde el viejo monasterio de Suso a un lugar más amplio y monumental (“Yuso” significa “abajo”, en contraposición a “Suso”, “arriba”): el Monasterio de San Millán de Yuso.

Como bien lo demuestra Gregory Kaplan, en su obra «El culto a San Millan en Valderredible», el culto a San Millán se fue extendiendo con el auge del Camino de Santiago, cuya propagación de la vida ermitaña siguiendo las laderas del Ebro encontraron una continuación, un eco físico y místico, en el actual Camino Francés.
Muerte en Valderredible
Recordemos que el Monasterio de San Millán de Suso (hoy en La Rioja) se levantó en el siglo VII, en torno a la cueva donde vivió el ermitaño San Millán tràs su muerte en Valderredible (†574). Es uno de los más antiguos de la Antigua Cantabria con San Salvador De Villenia, en Liébana. Se suele decir que allí “nació el castellano” porque en sus códices se conservan las Glosas Emilianenses (siglo X-XI). Estas son anotaciones que los monjes escribieron en los márgenes de un texto en latín para aclararlo. Lo importante es que esas glosas están redactadas en una lengua que ya no es latín puro, sino una forma romance muy cercana a lo que luego sería el castellano. En el siglo XIII, Gonzalo de Berceo no tuvo reparos en sus poemas, en deslocalizar la vida de San Millán fuera de Cantabria y situar en una Rioja que todavía no existía en el siglo VI. Gracias a esta obra «correctiva» de Kaplan en la que acaba con este anacronismo, se puede afirmar que el Castellano nació en aquel caldo de cultivo y foco de difusión del antiguo Ducado de Cantabria, donde el aliento inquieto de aquella monumental figura inspiradora de San Millán, sigue que vivo en aquellas cuevas que hasta hoy se resisten al placer de visitarlas.
